Vencedores y vencidos

Foto El País Paco Puentes

Por Javier ARISTU

A pocas horas del final del recuento electoral vayan estas líneas desordenadas para comentar lo ocurrido.

La noche del 25 de marzo de 2012 fue una noche extraña, sorprendente. Estábamos viendo la previsible victoria del PP en las elecciones autonómicas de Andalucía cuando la pantalla de televisión comenzó, casi improvisadamente, a variar los gráficos y a dejar ver cómo la columna del PSOE se acercaba peligrosamente a la del PP culminando en aquel empate técnico entre los dos partidos. Había ganado el PP con el 40,67% pero el PSOE le pisaba los talones con el 39,56 que, sumados al 11,35 de IU abrió la posibilidad del gobierno de coalición que funcionó, más mal que bien, desde mayo de 2012 a diciembre del pasado 2014.

Esta pasada noche del 22 de marzo de 2015 hemos asistido a un fenómeno diferente pero no menos cargado de sorpresas. La columna del PSOE ha comenzado con 60 escaños (¡60 escaños de 109!) y ha terminado en los mismos 47 que tenía. Por el contrario, el PP lo hemos visto descender de su mayoría de 50 diputados a los 33. No ha dejado de ser, igualmente, una noche con sorpresas pero también con algunas evidencias confirmadas. Resultados que abren al mismo tiempo una serie de incógnitas futuras y certezas previsibles. Veamos unas y otras.

Algunas certezas que algunos olvidan fácil y frecuentemente: El PSOE no pierde su dominio como primer y fundamental actor político de Andalucía. Tras 33 años de gobiernos sucesivos, los últimos marcados por escándalos y pleitos judiciales de primer orden, sigue siendo el primer partido, con diferencia, de los andaluces. Rondar las cifras del 40% de los votos, elección tras elección, es ciertamente un dato fundamental para comprender lo que es este partido en la comunidad andaluza. Es cierto, y esta es otra certeza, que viene perdiendo votos y porcentaje desde hace años pero no los suficientes como para perder su hegemonía.

El PSOE no es un partido que haga teoría, que construya investigación social, que reúna un magnífico plantel de hombres y mujeres de la cultura a su alrededor. No es precisamente lo que se entiende en ciertos ámbitos de la izquierda la expresión de un “intelectual orgánico” fecundo, poderoso e influyente en el mundo académico, social o del pensamiento. Más bien ha llegado a ser un partido andaluz dirigido por jóvenes burócratas o funcionarios que desde hace más de veinte años han construido su carrera a imagen y semejanza del partido y, creo, que ahora van a hacer el partido a su imagen y semejanza. No es un partido dirigido por intelectuales, ni por obreros con conciencia de clase, ni por dirigentes sociales de acreditada solvencia popular. El PSOE andaluz es una máquina electoral poderosísima, capaz de ganar elecciones y de mantener posteriormente una interlocución privilegiada con la sociedad andaluza desde las instituciones que ocupa con los votos de la gente. Si pierde esas instituciones le cuesta sobremanera hacer política, no sabe hacerla desde la calle; le es indispensable disponer de los recursos de las instituciones para seguir influyendo e influenciando a la sociedad. Ocurre que la democracia es, entre otras cosas, ganar los votos de la gente, de los intelectuales y de la gente que no ha finalizado estudios, del universitario y del repartidor por horas. Y en eso, hay que reconocerlo, el PSOE es el primer partido en sabiduría, saber hacer y astucia política. ¿Populismo? ¿Demagogia? ¿Oportunismo? Llamadlo como queráis pero gana las elecciones.

El PP tuvo su oportunidad de oro hace tres años pero, como a la hija de Bernarda Alba, el novio se lo llevó otro. Arenas pudo haber sido presidente de la Junta con mayoría absoluta, estuvo a un tris de conseguirlo y no sabemos de qué estaríamos hablando ahora en Andalucía. Ocurre que no lo consiguió y la izquierda parlamentaria fue capaz de construir un gobierno frente a esa amenaza. El gobierno de coalición fue ni fu ni fa; no creo que haya sido un desastre como ciertos dirigentes de IU han dicho pero tampoco creo que le diera muchos réditos al partido de Maíllo. Hay una maldición que dice que quien gobierna con el PSOE en Andalucía termina desapareciendo del mapa: le pasó al Partido Andalucista y le ha pasado ahora a Izquierda Unida. Pero nunca ha beneficiado al PP. Los resultados de este partido son catastróficos, calamitosos. Lo que no sabemos es si serán el adelanto de lo que le viene a Rajoy en las próximas generales o un simple batacazo andaluz. Me inclino por lo primero, esto es, que las próximas elecciones para el Congreso y el Senado supondrán un desastre en todo orden para el PP nacional.

Podemos es la tercera fuerza; ha salido finalmente de las encuestas para instalarse con comodidad en el panorama institucional y político. Andalucía no era, en principio, una comunidad cómoda para el proyecto de Podemos al no ser una sociedad urbana y culturalmente compleja como lo pueden ser Madrid u otras. Además, En Andalucía estaba, desde que nació en 1986,  la parte más fuerte y representativa de Izquierda Unida por lo que parecía que podía ser un rival importante (en Madrid al parecer los restos de IU han actuado de manera que le han dado todas las armas y bagajes a Podemos). Pues bien, ha superado a IU en más del doble de votos y obtiene 15 diputados frente a los 5 de IU, que suponen el peor resultado de la historia de esta fuerza andaluza. El balance es incontestable, posiblemente injusto por la trayectoria de IU y porque su candidato era posiblemente el candidato más preparado de los presentados, pero ya sabemos que la política no brilla a veces precisamente por ser justa. Podemos se instala en el Parlamento andaluz con autoridad y representatividad suficiente e IU tendrá que entrar, una vez más, en el túnel de las recriminaciones y las revisiones. Veremos cómo utilizan ambas estas consecuencias.

Ciudadanos. Su paso de la nada a los 9 diputados hacen de esta formación otro misterio que algún día el señor Rivera nos tendrá que desvelar. Sinceramente, no soy capaz de entender el resultado de estos desconocidos políticos a los que solo he visto en las encuestas y en las informaciones permanentes de algunos medios que desde hace pocos meses nos han bombardeado con las noticias sobre este partido. ¿Creación de algunos medios de comunicación y empresarios que quieren colocar una alternativa al PP? El próximo futuro y las elecciones próximas nos lo dirán. Una diferencia con Podemos (que también se deja ver mucho por los medios): sabemos perfectamente que los de Podemos salen de un descontento social y de unos movimientos sociales determinados; los muchachos de Ciudadanos no sabemos todavía de dónde salen. Vengan de donde vengan , bienvenidos sean los dos nuevos partidos andaluces que van a alegrar el hemiciclo de las Cinco Llagas.

Las incógnitas. Son varias, múltiples y diversas, como no podía ser de otra manera tras estas elecciones significativas. Tiempo habrá de seguir indagando pero mientras algunas se me vienen a la cabeza.

La primera: ¿Sabrá Susana Díaz y el PSOE gobernar en minoría o seguirá acostumbrada a ese estilo dominante y patrimonial de la palabra Andalucía? A Susana Díaz y a su grupo le faltan exactamente 8 diputados para sacar adelante las propuestas. No veo a Ciudadanos votándole todas. ¿Será posible una geometría variable? ¿Será capaz de hacer encaje de bolillos con el PP una vez, con Ciudadanos otra e incluso con IU y Podemos? Dicen de la señora Díaz sobre su habilidad y destreza en las maniobras políticas pero no sabemos de su finezza y sentido para el pacto y el compromiso serio.

Otra incógnita. ¿Qué va a ocurrir en el mundo de Podemos e IU? ¿Se va a producir la confluencia, como propugnan Garzón y Anguita, o las viejas señas de identidad y las viejas banderas, heridas y humilladas en esta noche electoral, van a poder más que la necesidad de unir fuerzas? ¿Entraremos en un escenario de diálogo y encuentros entre Podemos e IU o más bien se repetirá la batalla de Madrid? Eppure si muove…

Estaremos atentos a los movimientos que se produzcan en el terreno de la política andaluza. Quede esto de momento como testimonio de una noche electoral si no de infarto sí al menos de nerviosismo y sorpresas.