Confinamiento/33. Luces largas

Circle. Foto Neil Williamson en Flickr

Por Javier ARISTU

La semana ha sido movida. Mientras la mayoría de los españoles seguíamos encerrados en nuestras cosas los representantes parlamentarios se han dedicado al conocido deporte de la provocación y la bravata. No han sido precisamente sesiones parlamentarias ejemplares y donde haya destacado la política.

Por otra parte, ha sido una semana provechosa en los acuerdos de gobierno. Lo más destacable ha sido sin duda la medida de un ingreso mínimo vital que supone que cientos de miles de personas podrán disponer de una renta mínima que les permitirá sobrellevar la penuria en estos tiempos de desastre. Es una forma de incorporar a España a la norma europea. Hasta ahora estábamos fuera de esa categoría de países que ayudan a sus compatriotas con ingresos garantizados a fin de combatir las situaciones de pobreza. Una buena medida, por tanto, que indica que las cosas pueden salir adelante con voluntad y decisión.

Dentro de ese movimiento semanal aparece la sesión de la comisión parlamentaria sobre la reconstrucción como el lugar donde se va a visualizar también la tensión entre gobierno y oposición, sin que sean capaces las fuerzas políticas en su conjunto de establecer un planteamiento mínimo que acuerde las medidas principales, y necesarias, que habrá que tomar dadas las perspectivas económicas que se divisan. Siempre pensé que cuando el PP derivó la proposición del presidente del gobierno hacia una comisión parlamentaria, iba a ser imposible que se llegara a ningún tipo de consenso básico, y operativo, sobre ese programa de reconstrucción. Como se dice respecto de otras circunstancias: si quieres que un problema no se arregle, crea una comisión.

España, al parecer, va a ser uno de los países más afectados por la prevista crisis económica. Sus condiciones estructurales, su papel en el contexto internacional y sus especialidades sectoriales la convierten en candidata al mayor sufrimiento económico. El asunto Nissan no es precisamente el más representativo de lo que quiero decir: los propietarios de Nissan ya venían barruntando desde hace tiempo ese proyecto de reestructuración productiva a escala global en el que Barcelona tenía las de perder. En Francia siendo un caso diferente, también se va a notar la reconversión del sector del automóvil; los trabajadores de Renault andan estos días también de movilizaciones porque la empresa va a cerrar algunas plantas y ajustar las plantillas en otras. Las repercusiones en Renault España ya se están notando. ¿Qué ha ocurrido? Simplemente, que se está aprovechando la crisis del Coronavirus, el momento de la pandemia, para lanzar un diseño de reconversión que venía madurando desde hace meses. Las reconversiones en sectores como el automóvil –que absorbe cientos de miles de trabajadores y tiene un papel estratégico en las economías de media Europa– no se hacen de la noche a la mañana.

El automóvil nos indica el camino que va a abrirse para otros sectores y empresas. Es difícil que no afecte a ningún capítulo de la economía de Europa. Unos sectores saldrán ganando y otros serán los perdedores de esta crisis inesperada e histórica.

El problema es cuando además de la potencia destructora de una crisis como esta se le suma la capacidad aniquiladora de la política. ¿A qué se dedica la derecha política española? Simplemente a tratar de derribar al gobierno. ¿Está pensando la derecha política española en el porvenir de la economía dentro de tres meses? ¿Tiene algún plan Casado que dé pie a dialogar con sus contrarios sobre bases de la realidad y no sobre los deseos del derribo del contrario? Creo que no; la derecha está en lo suyo: salvar sus muebles de esta crisis y hacer fracasar al gobierno de España.

En Francia leemos que el presidente Macron ha creado un dispositivo estratégico para poner luz en esta crisis y aportar líneas de largo alcance que puedan orientar las tareas de todo el país. Esta llamada comisión de expertos económicos para los grandes desafíos económicos tratará de implementar con ideas y propuestas las futuras decisiones de los ministerios. Sus grandes líneas de trabajo serán el clima, las desigualdades y el envejecimiento de la población. Al frente de ese think tank Macron ha colocado a dos personalidades del mundo económico y con prestigio internacional: Jean Tirole y Olivier Blanchard. La esencia de ese trabajo es aportar “luces largas” a las tareas de una política de reconstrucción y de salvación tras la crisis. Frente al coyunturalismo esta crisis obliga a repensar modelos y proyectos hasta ahora vigentes sustituyéndolos por otros de acuerdo con esa reflexión a largo plazo. El proyecto ecológico, la lucha contra la desigualdad social y el futuro de la sociedad francesa: esos son tres patas sobre las que se puede construir un diseño ambicioso y colectivo.

¿No podría nuestro gobierno hacer algo parecido? Ante la previsible inoperancia de esa Comisión parlamentaria, ¿no necesitamos un encuentro de personalidades y buenas cabezas pensantes que aporten algo de luz ante el qué hacer? Más allá de la crisis de Nissan, del turismo o de la vivienda, o precisamente por ello, necesitamos buenas reflexiones que nos indiquen una vía renovadora por donde ir. Es una manera de impulsar también la propia reflexión y acción que desde las instituciones públicas habrá que hacer.