Si la fábrica vuelve a casa…

Por Maria Teresa COMETTO,

Trabajo con computadoras en Appliance Park, 1951. Foto: GE
Trabajo con computadoras en Appliance Park, 1951. Foto: GE

El declive industrial, con fábricas abandonadas y la producción exportada allí donde la mano de obra cuesta poco mientras sólo quedan en la patria “los servicios”, no es ya el destino ineluctable de los “países avanzados”. Lo demuestra el caso de los EE.UU. donde un número creciente de fábricas americanas está de nuevo repatriando la fabricación de piezas —un fenómeno llamado insourcing, el opuesto al outsourcing[1] de moda en los pasados decenios— y donde además los chinos están aumentando sus inversiones.

Alguno habla ya de “renacimiento” del Made in USA, como la analista Nancy Lazar que ha escrito sobre el asunto un informe de un centenar de páginas para la sociedad de investigación Isi Group.

Futuro

La revista mensual The Atlantic ha dedicado su última portada a al informe «Por qué el futuro de la industria está en USA ».

Y el anuncio de que el Mac de Apple volverá a ser fabricado en los Estados Unidos confirma que la tendencia es real, impulsada por la nueva matemática de la globalización y por las nuevas tecnologías como el Internet industrial, la confluencia entre máquinas inteligentes, software analítico y usuarios que está cambiando también el modo de proyectar fábricas, según general Electric, una de las multinacionales americanas protagonistas del insourcing. «Una empresa global como la nuestra decide dónde localizar producciones y centros de investigación sobre la base de factores que cambian continuamente: la demanda del mercado, del que queremos estar muy cerca, la productividad y especialización de la mano de obra, hoy más importante que el coste del trabajo, por qué se está cerrando gradualmente la brecha entre salarios en EE.UU., Europa y China y otros países emergentes», explica Marco Annunziata, economista jefe de General Electric.

Ejemplar es la historia del Appliance park de Louisville, en Kentucky, un parque industrial diseñado por General Electric en 1951 para fabricar electrodomésticos y que en 1973 había alcanzado el máximo de empleo con 23.000 trabajadores, para luego ser progresivamente cerrado, exportando la producción a China y llegando a descender a menos de 2.000 empleados en 2011. El presidente de GE, Jeffrey Immelt, había tratado de venderlo en 2008, sin encontrar compradores en medio de la Gran Recesión. Ahora, sin embargo, ha escrito —en un artículo en la revista Harvard Business Review de marzo— que la deslocalización «está convirtiéndose rápidamente en obsoleta como modelo de negocio para GE Appliance (la división de electrodomésticos que fabrica desde frigoríficos hasta tostadoras)» y ha anunciado que invertirán 800 millones de dólares para revitalizar el parque.

Los motivos de este cambio de rumbo son múltiples: los precios del petróleo, hoy el triple que en 2000, hacen mucho más caro transportar las mercancías de un continente a otro, mientras que el boom del gas natural en los EE.UU. ha reducido el coste energético para hacer funcionar una fábrica; los salarios en China se han multiplicado respecto a 2000 y se estima que continuarán aumentando al 18% cada año; y los sindicatos americanos han cambiado de estrategia, abrazando la flexibilidad en la organización del trabajo y aceptando sacrificios en salarios y beneficios. En el Appliance park la paga base por hora, percibida por el 70% de los obreros, es de 13,50 dólares, un tercio menos que antes del convenio firmado en 2005. La productividad por tanto ha subido y el peso de la mano de obra americana se ha convertido ya en un componente más reducido en el coste final del producto.

Repensar

Pero hay además otra razón que está haciendo repensar el modelo de la deslocalización, no sólo en General Electric: es el darse cuenta de que separar la fase de proyecto del producto del de su fabricación a la larga se convierte en un obstáculo para la innovación y crea problemas en la factura del producto mismo. Lo muestra el caso de GeoSpring, un tipo de calentador de agua innovador (usa el calor ambiental para calentar el agua, ahorrando el 60% de electricidad en comparación con modelos anteriores): su producción ha sido una de las primeras retornadas de China a Louisville por General Electric, en febrero de este año. Con una hermosa sorpresa: los técnicos y obreros americanos han descubierto que los chinos lo hacían muy mal y se han puesto a rediseñarlo reduciendo el número de componentes, simplificando el montaje y acortando el tiempo, de diez a dos horas. Resultado: la calidad ha aumentado y el precio ha disminuido —de 1.599 a 1.299 dólares, sin contar que desde la fábrica a la tienda sólo necesitan unos pocos días desde el encargo en vez de las cinco semanas necesarias para traerlos desde China.

«El problema y las ideas que nacen en la fábrica deberían formar parte integrante del proceso de investigación y desarrollo de una empresa. Proyectistas y diseñadores, técnicos y obreros deberían trabajar en estrecho contacto y no con un océano, una cultura y una lengua distinta de por medio. Por este motivo, y por todos los costes que derivan de la deslocalización, como las dificultades de comunicación, un cuarto de lo que hoy viene siendo fabricado fuera  sería más rentable si se hiciera en los Estados Unidos», según el ingeniero Harry Moder, promotor de las iniciativas Reshoring.

Además de General Electric, han reanudado su vuelta a casa Whirlpool, que ha trasladado la producción de China a Ohio, Otis que ha vuelto a traer sus ascensores de México a Carolina del Sur, Wham-O, que ahora produce el juguete de disco en California y no en China. Queda por ver si, en ausencia del boom del gas natural y con los sindicatos menos disponibles, sería posible el milagro de la reindustrialización también en Europa.

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Publicado en  Corriere Economia, 11 diciembre 2012.

Traducción del italiano por J. Aristu

Un artículo interesante y relacionado con esta problemática: Joaquim González MuntadasPOLÍTICA INDUSTRIAL. No abandonar los sectores tradicionales


[1] Por outsourcing podemos entender la deslocalización: encargar fuera de un país la fabricación de determinados componentes o toda la pieza. Insourcing sería, por tanto, volver a fabricar el producto en el propio país.